viernes, 31 de agosto de 2007

LA ESQUIZOFRENIA: UNO DE LOS TRASTORNOS QUE SE DEBERÍA CONOCER Y COMPRENDER

De la esquizofrenia se ha escrito y hablado mucho, pero la realidad es que en el fondo es la gran desconocida, o mejor dicho, lo son quienes la padecen.
La esquizofrenia (del
griego, schizo: "división" o "escisión" y phrenos: "mente") es un diagnóstico que describe un grupo de síntomas y signos que están presentes en algunas personas, caracterizado por una mutación sostenida de varios aspectos del funcionamiento psíquico del individuo, principalmente de la conciencia de realidad, y una desorganización neuropsicológica más o menos compleja, en especial de las funciones ejecutivas, que lleva a una dificultad para mantener conductas motivadas y dirigidas a metas, y una significativa disfunción social. Una persona con este diagnóstico por lo general va a mostrar un pensamiento desorganizado (laxitud asociativa), delirio, generalmente alteraciones perceptuales (alucinaciones), alteraciones afectivas (en el ánimo y emociones) y conductuales. Los síntomas de la esquizofrenia son muy variados, lo que sugiere que se trataría de varios trastornos, y no de uno solo. Ninguno de estos síntomas es patognomónico de esta condición, lo que dificulta el diagnóstico.
El diagnóstico de la esquizofrenia se basa en la cuidadosa observación de signos y síntomas, en la exploración metódica de las vivencias de una persona, y en la acumulación de antecedentes desde todas las fuentes posibles (familia, amigos, vecinos, trabajo). No existen pruebas de laboratorio ni exámenes de imágenes que ayuden a establecer el diagnóstico, como no sea para descartar otras patologías.
Su causa es desconocida, y posiblemente no sea única. Lo más probable es que varios factores intervengan en su aparición, entre ellos la herencia
genética, alteraciones de la migración de poblaciones celulares durante el desarrollo embrionario, patología del embarazo (como rotura prematura de membranas, infecciones maternas, en especial la toxoplasmosis, y la hipoxia perinatal), el estrés ambiental, y condiciones psicosociales. Aunque múltiples investigaciones apuntan a un origen orgánico del trastorno, todavía se carece de un modelo consensual que explique su variada clínica, por lo cual se clasifica dentro de los "trastornos funcionales" (y no "orgánicos", como el Alzheimer).
Ante la carencia de una anatomía patológica claramente identificable, surgen legítimas dudas acerca de considerar la esquizofrenia una real enfermedad. Algunos autores han llegado a proponer que las percepciones y sentimientos del esquizofrénico tienen un real sentido y no implican necesariamente un menoscabo. Existe un debate inacabado acerca de lo normal y lo anormal de esta condición.
La esquizofrenia es una condición crónica, pero con buena respuesta al tratamiento. Dado que es un trastorno complejo, el tratamiento debiera ser multifacético. Existe un cierto consenso en el uso simultáneo de
fármacos antipsicóticos, y de terapias psicológicas como el modelo cognitivo-conductual y otros, y un enfoque psicosocial de redes asistenciales, hogares y talleres protegidos, que evitan las hospitalizaciones prolongadas. En estas condiciones, la esquizofrenia ha mejorado considerablemente de pronóstico en los últimos 20 años.

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